martes, 29 de mayo de 2012

¿CÓMO HACER UN ENSAYO?



                                                            EL ENSAYO
El ensayo es un tipo de composición escrita en prosa, relativamente breve, y en el cual se expone con cierta profundidad una interpretación personal sobre un tema.

Este tipo de texto se caracteriza por presentar fronteras formales imprecisas. Por un lado se acerca al tratado y a la didáctica; y por otro a la crítica. Sin embargo, se considera que es teóricamente más informativo y cercano a la actualidad.
En general, los ensayistas utilizan un lenguaje subjetivo, por medio del cual expresan sus opiniones y sentimientos con respecto al objeto de estudio.
Los temas del ensayo son muy variados, hay distintos tipos: el filosófico, el crítico, el poético.
REDACTAR UN ENSAYO
El primer paso para redactar un ensayo es definir el tema, puede ser  que el área temática ya esté delimitada, en estos casos se trata de exponer una mirada distinta sobre temas ya estudiados o puede ser que el ensayista plantee un tema nuevo.
LA ESTRUCTURA DEL ENSAYO
En líneas generales, el ensayo no posee una estructura rígida, y esta organización formal y de contenido, y esta característica lo diferencia de aquellos textos cuya organización formal y de contenido es, precisamente muy rigurosa; por ej : la monografía. En el ensayo prevalece lo estético, el objetivo del ensayista es problematizar el tema que analiza sin la pretensión de imponer una postura ni de ser exhaustivo. Y es ante todo, un escritor y, como tal, busca la perfección en la expresión y manifiesta la subjetividad en sus reflexiones.
Aunque las subdivisiones en el interior del ensayo  no son explícitas, conviene tener en cuenta que suele organizarse en introducción, desarrollo y conclusiones.
La introducción
En esta sección se vuelcan los datos que sirven para situar al lector con respecto a las características del ensayo, las circunstancias que motivaron su escritura y los objetivos  que se persiguen. Se explicita el tema elegido así como también la bibliografía que se usa como base del análisis. Esta sección es el primer elemento organizador de los contenidos y aquí se definen los conceptos que serán relevantes para el desarrollo del ensayo.
El desarrollo
Contiene el análisis y la consideración de las ideas que se desean transmitir, en esta sección se encuentra el trabajo personal del autor y se caracteriza por:
- lenguaje subjetivo.
- originalidad
- discurso argumentativo: el autor propone una idea central que guiará el resto del trabajo. Incorpora distintos argumentos que le permitirán sacar conclusiones que probarán la validez de su planteo inicial;
- planteamiento de nuevas ideas: en un ensayo se trata de plantear una nueva visión sobre un tema.
Las conclusiones
Al final del ensayo, después  de haber desarrollado las ideas que constituyen la sección expositiva, se escriben las conclusiones. En general, se trata de un resumen del desarrollo expuesto en el cuerpo principal. El autor trata de destacar los aspectos más importantes del trabajo y que permiten obtener una apreciación global de los resultados obtenidos. Se trata de una sección de reducidas dimensiones, no se agrega nueva información.




lunes, 14 de mayo de 2012

LECT. 3°AÑO.LA MALASANGRE. TEXTO DRAMÁTICO




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viernes, 4 de mayo de 2012

LECT.3°AÑO.ELGAUCHO MARTÍN FIERRO.PRIMERA PARTE.CANTOS: VII,VII,IX,X,XI,XII,XIII


EL GAUCHO MARTÍN FIERRO 
(primera parte)
                                  De José Hernández

VII

De carta de más me vía
Sin saber a donde dirme;
Mas dijieron que era vago
Y entraron a perseguirme.

Nunca se achican los males,
Van poco a poco creciendo,
Y ansina me vide pronto
Obligao a andar juyendo.

No tenía mujer, ni rancho,
Y a más era resertor;
No tenía una prenda güena
Ni un peso en el tirador.

A mis hijos infelices
Pensé volverlos a hallar
Y andaba de un lao al otro
Sin tener ni qué pitar.

Supe una vez por desgracia
Que había un baile por allí,
Y medio desesperao
A ver la milonga fui.

Riunidos al pericón
Tantos amigos hallé,
Que alegre de verme entre ellos
Esa noche me apedé.

Como nunca, en la ocasión
Por peliar me dió la tranca,
Y la emprendí con un negro
Que trujo una negra en ancas.

Al ver llegar la morena
Que no hacía caso de naides,
Le dije con la mamúa
"Va...ca...yendo gente al baile".

La negra entendió la cosa
Y no tardó en contestarme
Mirándome como a perro:
"Más vaca será su madre".

Y dentró al baile muy tiesa
Con más cola que una zorra,
Haciendo blanquiar los dientes
Lo mesmo que mazamorra.

"Negra linda"... dije yo,
"Me gusta pa la carona";
Y me puse a talariar
Esta coplita fregona.
|
"A los blancos hizo Dios,
A los mulatos San Pedro,
A los negros hizo el diablo
Para tizón del infierno".

Había estao juntando rabia
El moreno dende ajuera;
En lo escuro le brillaban
Los ojos como linterna.

Lo conocí retobao,
Me acerqué y le dije presto:
"Por...r.. rudo que un hombre sea
Nunca se enoja por esto".

Corcobió el de los tamangos
Y creyéndose muy fijo;
"Más porrudo serás vos,
Gaucho rotoso", me dijo.

Y ya se me vino al humo
Como a buscarme la hebra,
Y un golpe le acomodé
Con el porrón de giñebra.

Ahi no más pegó el de hollín
Más gruñidos que un chanchito,
Y pelando el envenao
Me atropelló dando gritos.

Pegué un brinco y abrí cancha
Diciéndoles: "Caballeros
Dejen venir ese toro;
Solo nací... solo muero".

El negro después del golpe
Se había el poncho refalao
Y dijo: "Vas a saber
Si es solo o acompañao".

Y mientras se arremangó
Yo me saqué las espuelas,
Pues malicié que aquel tío
No era de arriar con las riendas.

No hay cosa como el peligro
Pa refrescar un mamao;
Hasta la vista se aclara
Por mucho que haiga chupao.

El negro me atropelló
Como a quererme comer;
Me hizo dos tiros seguidos
Y los dos le abarajé.

Yo tenía un facón con S
Que era de lima de acero;
Le hice un tiro, lo quitó
Y vino ciego el moreno.

Y en el medio de las aspas
Un planazo le asenté
Que lo largué culebriando
Lo mesmo que buscapié.

Le coloriaron las motas
Con la sangre de la herida,
Y volvió a venir furioso
Como una tigra parida.

Y ya me hizo relumbrar
Por los ojos el cuchillo,
Alcanzando con la punta
A cortarme en un carrillo.

Me hirvió la sangre en las venas
Y me le afirmé al moreno,
Dándole de punta y hacha
Pa dejar un diablo menos.

Por fin en una topada
En el cuchillo lo alcé
Y como un saco de güesos
Contra un cerco lo largué.

Tiró unas cuantas patadas
Y ya cantó pa el carnero.
Nunca me puedo olvidar
De la agonía de aquel negro.

En esto la negra vino,
Con los ojos como ají,
Y empezó la pobre allí
A bramar como una loba.

Yo quise darle una soba
A ver si la hacía callar;
Mas pude reflesionar
Que era malo en aquel punto,
Y por respeto al dijunto
No la quise castigar.

Limpié el facón en los pastos;
Desaté mi redomón,
Monté despacio, y salí
Al tranco pa el cañadón.

Después supe que al finao
Ni siquiera lo velaron
Y retobao en un cuero
Sin resarle lo enterraron.

Y dicen que desde entonces
Cuando es la noche serena
Suele verse una luz mala
Como de alma que anda en pena.

Yo tengo intención a veces,
Para que no pene tanto,
De sacar de allí los güesos
Y echarlos al camposanto.
VIII

Otra vez que en un boliche
Estaba haciendo la tarde;
Cayó un gaucho que hacía alarde
De guapo y de peliador;
A la llegada metió
El pingo hasta la ramada,
Y yo sin decirle nada
Me quedé en el mostrador.

Era un terne de aquel pago
Que naides lo reprendía,
Que sus enriedos tenía
Con el señor Comendante;
Y como era protegido,
Andaba muy entonao
Y a cualquiera desgraciao
Lo llevaba por delante.

¡Ah pobre, si él mismo creiba
Que la vida le sobraba!
Ninguno diría que andaba
Aguaitándolo la muerte;
Pero ansi pasa en el mundo
Es ansi la triste vida:
Pa todos está escondida,
La güena o mala suerte.

Se tiró al suelo; al dentrar
Le dió un empellón a un vasco
Y me alargó un medio frasco
Diciendo "Beba, cuñao".
"Por su hermana" contesté,
"Que por la mía no hay cuidao".

"¡Ah, gaucho!", me respondió,
"¿De qué pago será criollo?
Lo andará buscando el hoyo,
Deberá tener güen cuero;
Pero ande bala este toro
No bala ningún ternero.

Y ya salimos trensaos,
Porque el hombre no era lerdo;
Mas como el tino no pierdo
Y soy medio lijerón,
Lo dejé mostrando el sebo
De un revés con el facón.

Y como con la justicia
No andaba bien por allí,
Cuanto pataliar lo vi,
Y el pulpero pegó el grito,
Ya pa el palenque salí
Como haciéndome el chiquito.

Monté y me encomendé a Dios,
Rumbiando para otro pago;
Que el gaucho que llaman vago
No puede tener querencia,
Y ansí de estrago en estrago
Vive llorando la ausencia.

Él anda siempre juyendo,
Siempre pobre y perseguido;
No tiene cueva ni nido,
Como si juera maldito;
Porque el ser gaucho... ¡barajo!
El ser gaucho es un delito.

Es como el patrio de posta:
Lo larga éste, aquel lo toma,
Nunca se acaba la broma
Dende chico se parece
Al arbolito que crece
Desamparao en la loma.

Le echan la agua del bautismo
Aquel que nació en la selva,
"Buscá madre que te envuelva",
Le dice el flaire y lo larga,
Y dentra a cruzar el mundo
Como burro con la carga.

Y se cría viviendo al viento
Como oveja sin trasquila
Mientras su padre en las filas
Anda sirviendo al Gobierno;
Aunque tirite en invierno,
Naides lo ampara ni asila.

Le llaman "gaucho mamao"
Si lo pillan divertido,
Y que es mal entretenido
Si en un baile lo sorprienden;
Hace mal si se defiende
Y si no, se ve... fundido.

No tiene hijos, ni mujer,
Ni amigos, ni protetores,
Pues todos son sus señores
Sin que ninguno lo ampare;
Tiene la suerte del güey
Y ¿dónde irá el güey que no are?

Su casa es el pajonal,
Su guarida es el desierto;
Y si de hambre medio muerto
Le echa el lazo a algún mamón,
Lo persiguen como a pleito,
Porque es un "gaucho ladrón".

Y si de un golpe por ahi
Lo dan vuelta panza arriba,
No hay un alma compasiva
Que le rese una oración:
Tal vez como cimarrón
En una cueva lo tiran.

Él nada gana en la paz
Y es el primero en la guerra;
No lo perdonan si yerra,
Que no saben perdonar,
Porque el gaucho en esta tierra,
Sólo sirve pa votar.

Para él son los calabozos,
Para él las duras prisiones;
En su boca no hay razones
Aunque la razón le sobre;
Que son campanas de palo
Las razones de los pobres.

Si uno aguanta, es gaucho bruto;
Si no aguanta, es gaucho malo.
¡Déle azote, déle palo
Porque es lo que él necesita!
De todo el que nació gaucho
Esta es la suerte maldita.

Vamos, suerte, vamos juntos
Dende que juntos nacimos,
Y ya que juntos vivimos
Sin podernos dividir,
Yo abriré con mi cuchillo
El camino pa seguir.
XI
A otros les brontan las coplas
Como agua de manantial;
Pues a mí me pasa igual,
Aunque las mías nada valen:
De la boca se me salen
Como ovejas del corral.

Que en puertiando la primera,
Ya la siguen las demás,
Y en montones las de atrás
Contra lospalos se estrellan,
Y saltan y se atropellan,
Sin que se corten jamás.

Y aunque yo por mi inorancia
Con gran trabajo me esplico,
Cuando llego a abrir el pico
Téngaló por cosa cierta:
Sale un verso y en la puerta
Ya se asoma el otro el hocico.

Y empréstemé su atención,
Me oirá relatar las penas
De que traigo la alma llena,
Porque en toda circustacia
Paga el gaucho su inorancia
Con la sangre de las venas.

Después de aquella desgracia
Me refugié en los pajales
Anduve entre los cardales,
Como vicho sin guarida;
Pero, amigo, es esa vida
Como vida de animales.

Y son tantas las miserias
En que me he sabido ver,
Que con tanto padecer
Y sufrir tanta aflición
Malicio que he de tener
Un callo en el corazón.

Ansí andaba como guacho
Cuando pasa el temporal.
Supe una vez pa mi mal,
De una milonga que había
Y ya pa la pulpería
Enderesé mi bagual.

Era la casa del baile
Un rancho de mala muerte
Y se enlíenó de tal suerte
Que andábamos a empujones:
Nunca faltan encontrones
Cuando el pobre se divierte.

Yo tenía unas medias botas
Con tamaños verdugones;
Me pusieron los talones
Con crestas como los gallos;
¡Si viera mis afliciones
Pensando yo que eran callos!

Con gato y con fandanguillo
Había empezao el changango
Y para ver el fandango
Me colé haciendome bola
Mas metió el diablo la cola
Y todo se volvió pango.

Había sido el guitarrero
Un gaucho duro de boca.
Yo tengo pacencia poca
Pa aguantar cuando no debo:
A ninguno me le atrevo
Pero me halla el que me toca.

A bailar un pericón
Con una moza salí,
Y cuando me vido allí
Sin duda me conoció
Y estas coplitas cantó
Como por rairse de mí:

Las mujeres son todas
Como las mulas;
Yo no digo que todas,
Pero hay algunas
Que a las aves que vuelan
Les sacan plumas".

Hay gauchos que presumen
De tener damas;
No digo que presumen,
Pero se alaban,
Y a lo mejor los dejan
Tocando tablas".

Se secretiaron las hembras
Y yo ya me encocore,
Volié la anca y le grité:
Dejá de cantar... chicharra
Y de un tajo a la guitarra
Tuitas las cuerdas corté.

Al punto salió de adentro
Un gringo con un jusil;
Pero nunca he sido vil,
Poco el peligro me espanta:
Ya me refalé la manta
Y la eché sobre el candil.

Gané en seguida la puerta
Gritando: "Naides me ataje";
Y alborotao el hembraje
Lo que todo quedó escuro,
Empezó a verse en apuro
Mesturao con el gauchaje.

El primero que salió
Fué el cantor y se me vino,
Pero yo no pierdo el tino
Aunque haiga tomao un trago,
Y hay algunos por mi pago
Que me tienen por ladino.

No ha de haber achocao otro;
Le salió cara la broma;
A su amigo cuando toma
Se le despeja el sentido,
Y el pobrecito había sido
Como carne de paloma.

Para prestar sus socorros
Las mujeres no son lerdas;
Antes que la sangre pierda
Lo arrimaron a unas pipas.
Ay lo dejé con las tripas
Como pa que hiciera cuerdas.

Monté y me largué a los campos
Más libre que el pensamiento,
Como las nubes al viento,
A vivir sin paradero;
Que no tiene el que es matrero
Nido, ni rancho, ni asiento.

No hay fuerza contra el destino
Que le ha señalao el cielo
Y aunque no tenga consuelo
Aguante el que está en trabajo:
¡Naides se rasca pa abajo
Ni se lonjea contra el pelo!

Con el gaucho desgraciao
No hay uno que no se entone;
La menor falta lo espone
A andar con los avestruces:
Faltan otros con más luces
Y siempre hay quien los perdone.
XII

Yo no sé que tantos meses
Esta vida me duró;
A veces nos obligó
La miseria a comer potro:
Me había acompañao con otros
Tan desgraciaos como yo.

Mas ¿para qué platicar
Sobre esos males, canejo?
Nace el gaucho y se hace viejo
Sin que mejore su suerte,
Hasta que por ay la muerte
Sale a cobrarle el pellejo.

Pero como no hay desgracia
Que no acabe alguna vez,
Me aconteció que después
De sufrir tanto rigor
Un amigo por favor
Me compuso con el juez.

Le alvertiré que en mi pago
Ya no vá quedando un criollo:
Se los ha tragao el hoyo
O juido o muerto en la guerra,
Porque, amigo, en esta tierra
Nunca se acaba el embrollo.

Colijo que jué por eso
Que me llamó el Juez un día
Y me dijo que quería
Hacerme a su lao venir,
Pa que dentrase a servir
De soldao de polecía.

Y me largó una ploclama
Tratándomé de valiente,
Que yo era un hombre decente,
Y que dende aquel momento
Me nombraba de sargento
Pa que mandara la gente.

Ansí estuve en la partida
Pero ¡qué había de mandar!
Anoche al irlo a tomar
Vide güena coyontura
Y a mí no me gusta andar
Con la lata a la cintura.


Ya conoce, pues, quien soy,
Tenga confianza conmigo;
Cruz le dió mano de amigo
Y no lo ha de abandonar.
Juntos podemos buscar
Pa los dos un mesmo abrigo.

Andaremos de matreros
Si es preciso pa salvar;
Nunca nos ha de faltar
Ni un güen pingo para juir,
Ni un pajal ande dormir,
Ni un matanabre que ensartar.

Y cuando sin trapo alguno
Nos haiga el tiempo dejao
Yo le pediré emprestao
El cuero a cualquiera lobo
Y hago un poncho, silo sobo,
Mejor que poncho engomao.

Para mí la cola es pecho
Y el espinazo es cadera;
Hago mi nido ande quiera
Y de lo que encuentro como;
Me echo tierra sobre el lomo
Y me apeo en cualquier tranquera.

Y dejo rodar la bola
Que algún día se ha de parar
Tiene el gaucho que aguantar
Hasta que lo trague el hoyo
O hasta que venga algún criollo
En esta tierra a mandar.

Lo miran al pobre gaucho
Como carne de cogote;
Lo tratan al estricote,
Y si ansí las cosas andan
Porque quieren los que mandan
Aguantemos los azotes.

¡Pucha, si usté los oyera
Como yo en una ocasión
Tuita la conversación
Que con otro tuvo el Juez!
Le asiguro que esa vez
Se me achicó el corazón.

Hablaban de hacerse ricos
Con campos en la frontera;
De sacarla más ajuera
Donde había campos baldidos
Y llevar de los partidos
Gente que la defendiera.

Todos se güelven proyectos
De colonias y carriles
Y tirar la plata a miles
En los gringos enganchaos,
Mientras al pobre soldao
Le pelan la chaucha, ¡ah, viles!

Pero si siguen las cosas
Como van hasta el presente
Puede ser que redepente
Veamos el campo desierto,
Y blanquiando solamente
Los güesos de los que han muerto.

Hace mucho que sufrimos
La suerte reculativa:
Trabaja el gaucho y no arriba,
Porque a lo mejor del caso
Lo levantan de un sogazo
Sin dejarle ni saliva.

De los males que sufrimos
Hablan mucho los puebleros,
Pero hacen como los teros
Para esconder sus niditos:
En un lao pegan los gritos
Y en otro tienen los güevos.

Y se hacen los que no aciertan
A dar con la coyontura;
Mientras al gaucho lo apura
Con rigor la autoridá,
Ellos a la enfermedá
Le está errando la cura.
XII
MARTIN FIERRO

Ya veo que somos los dos
Astilla del mesmo palo:
Yo paso por gaucho malo
Y usté anda del mesmo modo,
Y yo, pa acabarlo todo
A los Indios me refalo.

Pido perdón a mi Dios,
Que tantos bienes me hizo;
Pero dende que es preciso
Que viva entre los infieles,
Yo seré cruel con los crueles:
Ansí mi suerte lo quiso.

Dios formó lindas las flores,
Delicadas como son,
Les dió toda perfeción
Y cuanto él era capaz,
Pero al hombre le dió más
Cuando le dió el corazón.

Le dió claridá a la luz,
Juerza en su carrera al viento,
Le dió vida y movimiento
Dende la águila al gusano,
Pero más le dió al cristiano
Al darle el entendimiento.

Y aunque a las aves les dio,
Con otras cosas que inoro,
Esos piquitos como oro
Y un plumaje como tabla,
Le dió al hombre más tesoro
Al darle una lengua que habla.

Y dende que dio a las fieras
Esa juria tan inmensa,
Que no hay poder que las venza
Ni nada que las asombre
¿Qué menos le daría al hombre
Que el valor pa su defensa?

Pero tantos bienes juntos
Al darle, malicio yo
Que en sus adentros pensó
Que el hombre los precisaba,
Pues los bienes igualaba
Con las penas que le dio.

Y yo empujao por las mías
Quiero salir de este infierno;
Ya no soy pichón muy tierno
Y sí manejar la lanza
Y hasta los Indios no alcanza
La facultá del gobierno.

Yo sé que allá los caciques
Amparan a los cristianos
Y que los tratan de "hermanos"
Cuando se van por su gusto.
¿A qué andar pasando sustos?
Alcemos el poncho y vamos.

En la cruzada hay peligros
Pero ni aun esto me aterra;
Yo ruedo sobre la tierra
Arrastrao por mi destino
Y si erramos el camino...
No es el primero que lo erra.

Si hemos de salvar o no
De esto naides nos responde.
Derecho ande el sol se esconde
Tierra adentro hay que tirar;
Algún día hemos de llegar...
Después sabremos adónde.

No hemos de perder el rumbo,
Los dos somos güena yunta;
El que es gaucho vá ande apunta,
Aunque more ande se encuentra;
Pa el lao en que el sol se dentra
Dueblan los pastos la punta.

De hambre no pereceremos,
Pues según otros me han dicho
En los campos se hallan bichos
De lo que uno necesita...
Gamas, matacos, mulitas,
Avestruces y quirquinchos.

Cuando se anda en el desierto
Se come uno hasta las colas;
Lo han cruzao mujeres solas
Llegando al fin con salú,
Y ha de ser gaucho el ñandú
Que se escape de mis bolas.

Tampoco a la sí le temo,
Yo la aguanto muy contento,
Busco agua olfatiando al viento,
Y dende que no soy manco
Ande hay duraznillo blanco
Cavo y la saco al rnomento.

Allá habrá siguridá
Ya que aquí no la tenemos,
Menos males pasaremos
Y ha de haber grande alegría
El día que nos descolguemos
En alguna toldería.

Fabricaremos un toldo,
Como lo hacen tantos otros,
Con unos cueros de potro,
Que sea sala y sea cocina.
¡Tal vez no falte una china
Que se apiade de nosotros!

Allá no hay que trabajar,
Vive uno como un señor;
De cuando en cuando un malón,
Y si de él sale con vida
Lo pasa echao panza arriba
Mirando dar güelta el sol.

Y ya que a juerza de golpes
La suerte nos dejó aflús
Puede que allá veamos luz
Y se acaben nuetras penas.
Todas las tierras son güenas:
Vámosnos, amigo Cruz.

El que maneja las bolas,
El que sabe echar un pial,
Y sentársele a un bagual
Sin miedo de que lo baje,
Entre los mesmos salvajes
No puede pasarlo mal.

El amor como la guerra
Lo hace el criollo con canciones;
A más de eso en los malones
Podemos aviamos de algo;
En fin amigo, yo salgo
De estas pelegrinaciones.

En este punto el cantor
Buscó un porrón pa consuelo,
Echó un trago como un cielo,
Dando fin a su argumento,
Y de un golpe al instrumento
Lo hizo astillas contra el suelo.

"Ruempo", dijo, "la guitarra,
Pa no volverme a tentar;
Ninguno la ha de tocar,
Por siguro tenganló;
Pues naides ha de cantar
Cuando este gaucho cantó".

Y daré fin a mis coplas
Con aire de relación;
Nunca falta un preguntón
Más curioso que mujer,
Y tal vez quiera saber
Cómo fue la conclusión.

Cruz y Fierro de una estancia
Una tropilla se arriaron;
Por delante se la echaron
Como criollos entendidos
Y pronto sin ser sentidos,
Por la frontera cruzaron.

Y cuando la habían pasao,
Una madrugada clara
Le dijo Cruz que mirara
Las últimas poblaciones;
Y a Fierro dos lagrimones
Le rodaron por la cara.

Y siguiendo el fiel del rumbo
Se entraron en el desierto.
No sé si los habrán muerto
En alguna correría,
Pero espero que algún día
Sabré de ellos algo cierto.

Y ya con estas noticias
Mi relación acabé;
Por ser ciertas las conté,
Todas las desgracias dichas:
Es un telar de desdichas
Cada gaucho que usté ve.

Pero ponga su esperanza
En el Dios que lo formó;
Y aquí me despido yo,
Que he relatao a mi modo
MALES QUE CONOCEN TODOS
PERO QUE NAIDES CONTÓ.


LECT.3°AÑO.EL GAUCHO MARTÍN FIERRO.PRIMERA PARTE.CANTOS I,II,III,IV,V,VI

EL GAUCHO MARTÍN FIERRO 
(primera parte)
                                   De José Hernández

I

Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela
Que al hombre que lo desvela
Una pena estrordinaria,
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela.

Pido a los Santos del Cielo
Que ayuden mi pensamiento:
Les pido en este momento
Que voy a cantar mi historia
Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.

Vengan Santos milagrosos,
Vengan todos en mi ayuda,
Que la lengua se me añuda
Y se me turba la vista:
Pido a mi Dios que me asista
En una ocasión tan ruda.

Yo he visto muchos cantores
Con famas bien otenidas,
Y que después de alquiridas
No las quieren sustentar:
Parece que sin largar
Se cansaron en partidas.

Mas ande otro criollo pasa
Martín Fierro ha de pasar;
Nada lo hace recular
Ni las fantasmas lo espantan,
Y dende que todos cantan
Yo también quiero cantar.

Cantando me he de morir,
Cantando me han de enterrar,
Y cantando he de llegar
Al pié del Eterno Padre;
Dende el vientre de mi madre
Vine a este mundo a cantar.

Que no se trabe mi lengua
Ni me falte la palabra;
El cantar mi gloria labra
Y, porniéndome a cantar,
Cantando me han de encontrar
Aunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajo
A cantar un argumento;
Como si soplara un viento
Hago tiritar los pastos.
Con oros, copas y bastos
Juega allí mi pensamiento.

Yo no soy cantor letrao,
Mas si me pongo a cantar
No tengo cuando acabar
Y me envejezco cantando:
Las coplas me van brotando
Como agua de manantial.

Con la guitarra en la mano
Ni las moscas se me arriman;
Naides me pone el pié encima,
Y cuando el pecho se entona,
Hago gemir a la prima
Y llorar a la bordona.

Yo soy toro en mi rodeo
Y toraso en rodeo ageno;
Siempre me tuve por güeno
Y si me quieren probar
Salgan otros a cantar
Y veremos quien es menos.

No me hago al lao de la güeya
Aunque vengan degollando;
Con los blandos yo soy blando
Y soy duro con los duros,
Y ninguno en un apuro
Me ha visto andar tutubiando.

En el peligro ¡qué Cristo!
El corazón se me enancha
Pues toda la tierra es cancha,
Y de esto naides se asombre;
El que se tiene por hombre
Donde quiera hace pata ancha.

Soy gaucho, y entiéndanló
Como mi lengua lo esplica:
Para mí la tierra es chica
Y pudiera ser mayor:
Ni la víbora me pica
Ni quema mi frente el Sol.

Nací como nace el peje
En el fondo de la mar:
Naides me puede quitar
Aquello que Dios me dio:
Lo que al mundo truje yo
Del mundo lo he de llevar.

Mi gloria es vivir tan libre
Como el pájaro del Cielo;
No hago nido en este suelo
Ande hay tanto que sufrir,
Y naides me ha de seguir
Cuando yo remonto el vuelo.

Yo no tengo en el amor
Quien me venga con querellas;
Como esas aves tan bellas
Que saltan de rama en rama;
Yo hago en el trébol mi cama
Y me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos escuchan
De mis penas el relato,
Que nunca peleo ni mato
Sinó por necesidá;
Y que a tanta alversidá.
Sólo me arrojó el mal trato.

Y atiendan la relación
Que hace un gaucho perseguido,
Que padre y marido ha sido
Empeñoso y diligente,
Y sin embargo la gente
Lo tiene por un bandido.
II

Ninguno me hable de penas,
Porque yo penando vivo,
Y naide se muestre altivo
Aunque en el estribo esté
Que suele quedarse a
El gaucho más alvertido.

Junta esperencia en la vida
Hasta pa dar y prestar,
Quien la tiene que pasar
Entre sufrimiento y llanto;
Porque nada enseña tanto
Como el sufrir y el llorar.

Viene el hombre ciego al mundo,
Cuartiándoló la esperanza,
Y a poco andar ya lo alcanzan
Las desgracias a empujones;
¡La pucha que trae liciones
El tiempo con sus mudanzas!

Yo he conocido esta tierra
En que el paisano vivía
Y su ranchito tenía
Y sus hijos y mujer...
Era una delicia ver
Cómo pasaba sus días.

Entonces... cuando el lucero
Brillaba en el Cielo Santo,
Y los gallos con su canto
Nos decían que el día llegaba,
A la cocina rumbiaba
El gaucho... que era un encanto.

Y sentao junto al jogón
A esperar que venga el día,
Al cimarrón le prendía
Hasta ponerse rechoncho,
Mientras su china dormía
Tapadita con su poncho.

Y apenas la madrugada
Empezaba a coloriar,
Los pájaros a cantar
Y las gallinas a apiarse,
Era cosa de largarse
Cada cual a trabajar.

Este se ata las espuelas,
Se sale el otro cantando,
Uno busca un pellón blando,
Este un lazo, otro un rebenque,
Y los pingos relinchando
Los llaman dende el palenque.

El que era pion domador
Enderezaba al corral
Ande estaba el animal
Bufidos que se las pela...
Y más malo que su agüela
Se hacía astillas el bagual.

Y allí el gaucho inteligente;
En cuanto el potro enriendó,
Los cueros le acomodó
Y se le sentó en seguida,
Que el hombre muestra en la vida
La astucia que Dios le dio.

Y en las playas corcobiando
Pedazos se hacía el sotreta
Mientras él por las paletas
Le jugaba las lloronas
Y al ruido de las caronas
Salía haciéndose gambetas.

¡Ah tiempos!... Si era un orgullo
Ver ginetiar un paisano ­
Cuando era gaucho baquiano,
Aunque el potro se boliase
No había uno que no parase
Con el cabresto en la mano.

Y mientras domaban unos,
Otros al campo salían,
Y la hacienda recogían,
Las manadas repuntaban
Y ansí sin sentir pasaban
Entretenidos el día.

Y verlos al cair la noche
En la cocina riunidos,
Con el juego bien prendido
Y mil cosas que contar,
Platicar muy divertidos
Hasta después de cenar.

Y con el buche bien lleno
Era cosa superior
Irse en brazos del amor
A dormir como la gente,
Pa empezar al día siguiente
Las famas del día anterior.

Ricuerdo ¡Qué maravilla!
Cómo andaba la gauchada
Siempre alegre y bien montada
Y dispuesta pa el trabajo;
Pero hoy en el día... ¡barajo!
No se la ve de aporriada.

El gaucho más infeliz
Tenía tropilla de un pelo;
No le faltaba un consuelo
Y andaba la gente lista...
Tendiendo al campo la vista
Sólo vía hacienda y cielo.

Cuando llegaban las yerras,
¡Cosa que daba calor
Tanto gaucho pialador
Y tironiador sin yel!
¡Ah tiempo... pero si en él
Se ha visto tanto primor!.

Aquello no era trabajo,
Más bien era una junción,
Y después de un güen tirón
En que uno se daba maña,
Pa darle un trago de caña
Solía llamarlo el patrón.

Pues siempre la mamajuana
Vivía bajo la carreta,
Y aquel que no era chancleta
En cuanto el goyete vía,
Sin miedo se le prendía
Como güérfano a la teta.

¡Y qué jugadas se armaban
Cuando estábamos riunidos!
Siempre íbamos prevenidos,
Pues en tales ocasiones
A ayudarles a los piones
Caiban muchos comedidos.

Eran los días del apuro
Y alboroto pa el hembraje,
Pa preparar los potajes
Y osequiar bien a la gente,
Y ansí pues, muy grandemente
Pasaba siempre el gauchaje.

Venía la carne con cuero,
La sabrosa carbonada,
Mazamorra bien pisada,
Los pasteles y el güen vino...
Pero ha querido el destino
Que todo aquello acabara.

Estaba el gaucho en su pago
Con toda seguridá,
Pero aura... ¡barbaridá!
La cosa anda tan fruncida,
Que gasta el pobre la vida
En juir de la autoridá.

Pues si usté pisa en su rancho
Y si el Alcalde lo sabe
Lo caza lo mesmo que ave
Aunque su mujer aborte...
No hay tiempo que no se acabe
Ni tiento que no se corte.

Y al punto dése por muerto
Si el Alcalde lo bolea,
Pues ay no más se le apea
Con una felpa de palos.
Y después dicen que es malo
El gaucho si los pelea.

Y el lomo le hinchan a golpes,
Y le rompen la cabeza,
Y luego con ligereza,
Ansí lastimao y todo,
Lo amarran codo con codo
Y pa el cepo lo enderiezan.

Ahi comienzan sus desgracias,
Ahi principia el pericón;
Porque ya no hay salvación,
Y que usté quiera o no quiera
Lo mandan a la frontera
O lo echan a un batallón.

Ansí empezaron mis males
Lo mesmo que los de tantos;
Si gustan - en otros cantos
Les diré lo que he sufrido.
Después que uno está perdido
No lo salvan ni los santos.
III

Tuve en mi pago en un tiempo
Hijos, hacienda y mujer,
Pero empecé a padecer,
Me echaron a la frontera
¡Y qué iba hallar al volver!
Tan sólo hallé la tapera.

Sosegao vivía en mi rancho
Como el pájaro en su nido;
Allí mis hijos queridos
Iban creciendo a mi lao...
Sólo queda al desgraciao
Lamentar el bien perdido.

Mi gala en las pulperías
Era, cuando había más gente,
Ponerme medio caliente,
Pues cuando puntiao me encuentro
Me salen coplas de adentro
Como agua de la vertiente.

Cantando estaba una vez
En una gran diversión;
Y aprovechó la ocasión
Como quiso el Juez de Paz.
Se presentó, y ay no más
Hizo una arriada en montón.

Juyeron los más matreros
Y lograron escapar.
Yo no quise disparar,
Soy manso - y no había porqué:
Muy tranquilo me quedé
Y ansí me dejé agarrar.

Allí un gringo con un órgano
Y una mona que bailaba
Haciéndonos rair estaba
Cuando le tocó el arreo...
¡Tan grande el gringo y tan feo!
¡Lo viera cómo lloraba!

Hasta un Inglés sanjiador
Que decía en la última guerra
Que él era de Inca-la-perra
Y que no quería servir,
Tuvo también que juir
A guarecerse en la Sierra.

Ni los mirones salvaron
De esa arriada de mi flor,
Pué acoliarao el cantor
Con el gringo de la mona;
A uno solo, por favor,
Logró salvar la patrona.

Formaron un contingente
Con los que del baile arriaron;
Con otros nos mesturaron
Que habían agarrao también:
Las cosas que aquí se ven
Ni los diablos las pensaron.

A mí el Juez me tomó entre ojos
En la última votación:
Me le había hecho el remolón
Y no me arrimé ese día,
Y él dijo que yo servia
A los de la esposición.

Y ansí sufrí ese castigo
Tal vez por culpas ajenas:
Que sean malas o sean güenas
Las listas, siempre me escondo:
Yo soy un gaucho redondo
Y esas cosas no me enllenan.

Al mandarnos nos hicieron
Más promesas que a un altar.
El Juez nos jué a proclamar
Y nos dijo muchas veces:
"Muchachos, a los seis meses
Los van a ir a revelar".

Yo llevé un moro de número.
¡Sobresaliente el matucho!
Con él gané en Ayacucho
Más plata que agua bendita:
Siempre el gaucho necesita
Un pingo pa fiarle un pucho.

Y cargué sin dar más güeltas
Con las prendas que tenía:
Jergas, poncho, cuanto había
En casa, tuito lo alcé;
A mi china la dejé
Media desnuda ese día.

No me faltaba una guasca;
Esa ocasión eché el resto:
Bozal, maniador, cabresto,
Lazo, bolas y manea...
¡El que hoy tan pobre me vea
Tal vez no crerá todo esto!

Ansí en mi moro escarciando,
Enderesé a la frontera.
¡Aparcero, si usté viera
Lo que se llama Cantón...!
Ni envidia tengo al ratón
En aquella ratonera.

De los pobres que allí había
A ninguno lo largaron;
Los más viejos rezongaron,
Pero a uno que se quejó
En seguida lo estaquiaron
Y la cosa se acabó.

En la lista de la tarde
El Gefe nos cantó el punto
Diciendo "quinientos juntos
Llevará el que se resierte;
Lo haremos pitar del juerte;
Más bien dése por dijunto".

A naides le dieron armas,
Pues toditas las que había
El Coronel las tenía,
Según dijo esa ocasión,
Pa repartirlas el día
En que hubiera una invasión.

Al principio nos dejaron
De haraganes criando sebo,
Pero después... no me atrevo
A decir lo que pasaba.
¡Barajo!... si nos trataban
Como se trata a malevos.

Porque todo era jugarle
Por los lomos con la espada,
Y aunque usté no hiciera nada,
Lo mesmito que en Palermo,
Le daban cada cepiada
Que lo dejaban enfermo.

¡Y qué Indios ni qué servicio,
Si allí no había ni Cuartel!
Nos mandaba el Coronel
A trabajar en sus chacras,
Y dejábamos las vacas
Que las llevará el infiel.

Yo primero sembré trigo
Y después hice un corral,
Corté adobe pa un tapial,
Hice un quincho, corté paja...
¡La pucha que se trabaja
Sin que le larguen ni un rial!

Y es lo pior de aquel enriedo
Que si uno anda hinchando el lomo
Ya se le apean como plomo...
¡Quién aguanta aquel infierno!
Si eso es servir al Gobierno,
A mí no me gusta el cómo.

Más de un año nos tuvieron
En esos trabajos duros,
Y los indios, le asiguro,
Dentraban cuando querían:
Como no los perseguían
Siempre andaban sin apuro.

A veces decía al volver
Del campo la descubierta
Que estuviéramos alerta,
Que andaba adentro la indiada;
Porque había una rastrillada
O estaba una yegua muerta.

Recién entonces salía
La orden de hacer la riunión
Y cáibamos al cantón
En pelos y hasta enancaos,
Sin armas, cuatro pelaos
Que íbamos a hacer jabón.

Ahi empezaba el afán,
Se entiende de puro vicio,
De enseñarle el ejercicio
A tanto gaucho recluta,
Con un estrutor ¡que... bruta!
Que nunca sabía su oficio.

Daban entonces las armas
Pa defender los cantones,
Que eran lanzas y latones
Con ataduras de tiento...
Las de juego no las cuento,
Porque no había municiones.

Y chamuscao un sargento
Me contó que las tenían,
Pero que ellos las vendían
Para cazar avestruces;
Y ansi andaban noche y día
Déle bala a los ñanduces.

Y cuando se iban los indios
Con lo que habían manotiao,
Salíamos muy apuraos
A perseguirlos de atrás;
Si no se llevaban más
Es porque no habían hallao.

Allí sí se ven desgracias
Y lágrimas, y afliciones,
Naides le pida perdones
Al indio, pues donde dentra
Roba v mata cuanto encuentra
Y quema las poblaciones.

No salvan de su juror
Ni los pobres angelitos:
Viejos, mozos y chiquitos
Los mata del mesmo modo;
Que el Indio lo arregla todo
Con la lanza y con los gritos.

Tiemblan las carnes al verlo
Volando al viento la cerda,
La rienda en la mano izquierda
Y la lanza en la derecha;
Ande enderiesa abre brecha,
Pues no hay lanzaso que pierda.

Hace trotiadas tremendas
Dende el fondo del desierto;
Ansí llega medio muerto
De hambre, de sé y de fatiga;
Pero el Indio es una hormiga
Que día y noche está dispierto.

Sabe manejar las bolas
Como naides las maneja;
Cuanto el contrario se aleja
Manda una bola perdida,
Y si lo alcanza, sin vida
Es siguro que lo deja.

Y el indio es como tortuga
De duro para espichar;
Si lo llega a destripar
Ni siquiera se le encoge;
Luego sus tripas recoge,
Y se agacha a disparar.

Hacían el robo a su gusto,
Y después se iban de arriba,
Se llevaban las cautivas,
Y nos contaban que a veces
Les descarnaban los pieses,
A las pobrecitas, vivas.

¡Ah, si partía el corazón
Ver tantos males, canejo!
Los perseguíamos de lejos
Sin poder ni galopiar.
¡Y qué habíamos de alcanzar
En unos bichocos viejos!

Nos volvíamos al cantón
A las dos o tres jornadas
Sembrando las caballadas;
Y pa que alguno la venda,
Rejuntábamos la hacienda
Que habían dejao rezagada.

Una vez entre otras muchas,
Tanto salir al botón.
Nos pegaron un malón
Los Indios, y una lanciada,
Que la gente acobardada
Quedó dende esa ocasión.


Habían estao escondidos
Aguaitando atrás de un cerro.
¡Lo viera a su amigo Fierro
Aflojar como un blandito!
Salieron como maíz frito
En cuanto sonó un cencerro.

Al punto nos dispusimos
Aunque ellos eran bastantes;
La formamos al istante
Nuestra gente que era poca;
Y golpiándose en la boca
Hicieron fila adelante.

Se vinieron en tropel
Haciendo temblar la tierra.
No soy manco pa la guerra
Pero tuve mi jabón,
Pues iba en un redomón
Que había boliao en la sierra.

¡Qué vocerío, qué barullo,
Qué apurar esa carrera!
La indiada todita entera
Dando alaridos cargó.
¡Jue pucha! y ya nos saco
Como yeguada matrera.

¡Qué fletes traiban los bárbaros,
Como una luz de ligeros!
Hicieron el entrevero
Y en aquella mezcolanza
Este quiero, este no quiero,
Nos escogían con la lanza.

Al que le dan un chuzaso
Dificultoso es que sane:
En fin, para no echar panes,
Salimos para esas lomas
Lo mesmo que las palomas
Al juir de los gavilanes.

Es de almirar la destreza
Con que la lanza manejan,
De perseguir nunca dejan
Y nos traiban apretaos,
¡Si queríamos de apuraos
Salirnos por las orejas!

Y pa mejor de la fiesta
En esa aflición tan suma,
Vino un Indio echando espuma
Y con la lanza en la mano
Gritando "Acabau cristiano,
Metau el lanza hasta el pluma".

Tendido en el costillar,
Cimbrando por sobre el brazo
Una lanza como un lazo,
Me atropelló dando gritos:
Si me descuido... el maldito
Me levanta de un lanzaso.

Si me atribulo o me encojo,
Siguro que no me escapo,
Siempre he sido medio guapo
Pero en aquella ocasión
Me hacía buya el corazón
Como la garganta al sapo.

Dios le perdone al salvaje
Las ganas que me tenía...
Desaté las tres marías
Y lo engatusé a cabriolas.
Pucha!... si no traigo bolas
Me achura el indio ese día.

Era el hijo de un cacique
Sigún yo lo averigüé;
La verdá del caso jué
Que me tuvo apuradazo,
Hasta que al fin de un bolazo
Del caballo lo bajé.

Ahi no más me tiré al suelo
Y lo pisé en las paletas;
Empezó a hacer morisquetas
Y a mezquinar la garganta...
Pero yo hice la obra santa
De hacerlo estirar la jeta.

Allí quedó de mojón
Y en su caballo salté;
De la indiada disparé,
Pues si me alcanza me mata,
Y al fin me les escapé
Con el hilo en una pata.
 IV  

Seguiré esta relación
Aunque pa chorizo es largo:
El que pueda hágase cargo
Cómo andaría de matrero,
Después de salvar el cuero
De aquel trance tan amargo.

Del sueldo nada les cuento,
Porque andaba disparando;
Nosotros, de cuando en cuando,
Solíamos ladrar de pobres:
Nunca llegaban los cobres
Que se estaban aguardando.

Y andábamos de mugrientos
Que el mirarnos daba horror;
Les juro que era un dolor
Ver esos hombres, ¡por Cristo!
En mi perra vida he visto
Una miseria mayor.

Yo no tenía ni camisa
Ni cosa que se parezca;
Mis trapos sólo pa yesca
Me podían servir al fin...
No hay plaga como un fortín
Para que el hombre padezca.

Poncho, jergas, el apero,
Las prenditas, los botones,
Todo, amigo, en los cantones
Jue quedando poco a poco;
Ya me tenían medio loco
La pobreza y los ratones.

Sólo una manta peluda
Era cuanto me quedaba;
La había agenciao a la taba
Y ella me tapaba el bulto;
Yaguané que allí ganaba
No salía... ni con indulto.

Y pa mejor hasta el moro
Se me jue de entre las manos;
No soy lerdo... pero, hermano,
Vino el Comendante un día
Diciendo que lo quería
Pa ensenarle a comer grano.

Afigúrese cualquiera
La suerte de este su amigo,
A pié y mostrando el umbligo,
Estropiao, pobre y desnudo.
Ni por castigo se pudo
Hacerse más mal conmigo.

Ansí pasaron los meses,
Y vino el año siguiente,
Y las cosas igualmente
Siguieron del mesmo modo;
Adrede parece todo
Para aburrir a la gente.

No teníamos más permiso,
Ni otro alivio la gauchada,
Que salir de madrugada,
Cuando no había indio ninguno,
Campo ajuera, a hacer boliadas,
Desocando los reyunos.

Y cáibamos al cantón
Con los fletes aplastaos,
Pero a veces medio aviaos
Con plumas y algunos cueros
Que ay no mas con el pulpero
Los teníamos negociaos.

Era un amigo del jefe
Que con un boliche estaba;
Yerba y tabaco nos daba
Por la pluma de avestruz,
Y hasta le hacía ver la luz
Al que un cuero le llevaba.

Sólo tenía cuatro frascos
Y unas barricas vacías,
Y a la gente le vendía
Todo cuanto precisaba:
A veces creiba que estaba
Allí la proveduría.

¡Ah pulpero habilidoso!
Nada le solía faltar
¡Ay juna! y para tragar
Tenía un buche de ñandú.
La gente le dió en llamar
El boliche de virtúacute;.

Aunque es justo que quien vende
Algún poquitito muerda,
Tiraba tanto la cuerda
Que con sus cuatro limetas
El cargaba las carretas
De plumas, cueros y cerda.

Nos tenía apuntaos a todos
Con más cuentas que un rosario,
Cuando se anunció un salario
Que iban a dar, o un socorro;
Pero sabe Dios qué zorro
Se lo comió al Comisario.

Pues nunca lo vi llegar
Y, al cabo de muchos días,
En la mesma pulpería
Dieron una buena cuenta
Que la gente muy contenta
De tan pobre recebía.

Sacaron unos sus prendas
Que las tenían empeñadas.
Por sus deudas atrasadas
Dieron otros el dinero;
Al fin de fiesta el pulpero
Se quedó con la mascada.

Yo me arrecosté a un horcón
Dando tiempo a que pagaran,
Y poniendo güena cara
Estuve haciéndome el poyo,
A esperar que me llamaran
Para recibir mi boyo.

Pero ahi me pude quedar
Pegao pa siempre al horcón:
Ya era casi la oración
Y ninguno me llamaba;

Y me dentró comezón.

Pa sacarme el entripao
Ví al Mayor, y lo fi a hablar
Yo me le empecé a atracar
Y, como con poca gana,
Le dije: "Tal vez mañana
Acabarán de pagar.

-Qué mañana ni otro día.
Al punto me contestó,
La paga ya se acabó,
Siempre has de ser animal.
Me rai y le dije: Yo...
No he recebido ni un rial.

Se le pusieron los ojos
Que se le querían salir,
Y ahi no más volvió a decir
Comiéndomé con la vista:
-Y qué querés recebir
Si no has dentrao en la lista.

-Esto sí que es amolar",
Dije yo pa mis adentros,
Van dos años que me encuentro
Y hasta aura he visto ni un grullo;
Dentro en todos los barullos
Pero en las listas no dentro.

Vide el pleito mal parao
Y no quise aguardar más...
Es güeno vivir en paz
Con quien nos ha de mandar,
Y reculando pa trás
Me le empecé a retirar.

Supo todo el comendante
Y me llamó al otro día,
Diciéndome que quería
Aviriguar bien las cosas...
Que no era el tiempo de Rosas,
Que aura a naides se debía.

Llamó al cabo y al sargento
Y empezó la indagación:
Si había venido al cantón
En tal tiempo o en tal otro...
Y si había venido en potro,
En reyuno o redomón.

Y todo era alborotar
Al ñudo, y hacer papel:
Conocí que era pastel
Pa engordar con mi guayaca;
Mas si voy al coronel
Me hacen bramar en la estaca.

¡Ah hijos de una!... ¡La codicia
Ojalá les ruempa el saco!
Ni un pedazo de tabaco
Le dan al pobre soldao,
Y lo tienen, de delgao,
Más ligero que un guanaco.

Pero qué iba a hacerles yo,
Charabón en el desierto;
Más bien me daba por muerto
Pa no verme más fundido
Y me les hacía el dormido
V

Ya andaba desesperao,
Aguardando una ocasión
Que los indios un malón
Nos dieran y entre el estrago
Hacérmeles cimarrón
Y volverme pa mi pago.

Aquello no era servicio
Ni defender la frontera:
Aquello era ratonera
En que sólo gana el fuerte
Era jugar a la suerte
Con una taba culera.

Allí tuito va al revés:
Los milicos se hacen piones,
Y andan en las poblaciones
Emprestaos pa trabajar;
Los rejuntan pa peliar
Cuando entran indios ladrones.

Yo he visto en esa milonga
Muchos jefes con estancia,
Y piones en abundancia,
Y majadas y rodeos;
He visto negocios feos
A pesar de mi inorancia.

Y colijo que no quieren
La barunda componer;
Para eso no ha de tener
El jefe, que esté de estable,
Más que su poncho y su sable,
Su caballo y su deber.

Ansina, pues, conociendo
Que aquel mal no tiene cura,
Que tal vez mi sepultura
Si me quedo iba a encontrar,
Pensé en mandarme mudar
Como cosa más sigura.

Y pa mejor, una noche
¡Qué estaquiada me pegaron!
Casi me descoyuntaron
Por motivo de una gresca
Aijuna, si me estiraron
Lo mesmo que guasca fresca.

Jamás me puedo olvidar
Lo que esa vez me paso:
Dentrando una noche yo
Al fortín, un enganchao,
Que estaba medio mamao,
Allí me desconoció.

Era un gringo tan bozal,
Que nada se le entendía.
¡Quién sabe de ande sería!
Tal vez no juera cristiano,
Pues lo único que decía
Es que era pa-po-litano.

Estaba de centinela
Y, por causa del peludo,
Verme más claro no pudo
Y esa fué la culpa toda.
El bruto se asustó al ñudo
Y fi el pavo de la boda.

Cuando me vido acercar:
¿Quén vívore?, preguntó;
Qué vivoras", dije yo;
¡Ha garto!", me pegó el grito.
Y yo dije despacito:
Más lagarto seras vos.

Ahi no más ¡Cristo me valga!
Rastrillar el jusil siento;
Me agaché, y en el momento
El bruto me largó un chumbo,
Mamao, me tiró sin rumbo
Que si no, no cuento el cuento.

Por de contao, con el tiro
Se alborotó el avispero;
Los Oficiales salieron
Y se empezó la junción:
Quedó en su puesto el nación
Y yo fi al estaquiadero.

Entre cuatro bayonetas
Me tendieron en el suelo.
Vino el Mayor medio en pedo
Y allí se puso a gritar:
Pícaro, te he de enseñar
A andar reclamando sueldos.

De las manos y las patas
Me ataron cuatro cinchones:
Les aguanté los tirones
Sin que ni un ¡ay! se me oyera
Y al gringo la noche entera
Lo harté con mis maldiciones.

Yo no sé por qué el gobierno
Nos manda aquí a la frontera
Gringada que ni siquiera
Se sabe atracar a un pingo.
¡Si crerá al mandar un gringo
Que nos manda alguna fiera!

No hacen más que dar trabajo
Pues no saben ni ensillar,
No sirven ni pa carniar,
Y yo he visto muchas veces
Que ni voltiadas las reses
Se les querían arrimar.

Y lo pasan sus mercedes
Lengüetiando pico a pico
Hasta que viene un milico
A servirles el asao...
Y eso sí, en lo delicaos
Parecen hijos de rico.

Si hay calor, ya no son gente,
Si yela, todos tiritan;
Si usté no les da, no pitan
Por no gastar en tabaco,
Y cuando pescan un naco
Unos a otros se lo quitan.

Cuando llueve se acoquinan
Como perro que oye truenos.
¡Qué diablos! sólo son güenos
Pa vivir entre maricas,
Y nunca se andan con chicas
Para alzar ponchos ajenos.

Pa vichar son como ciegos,
No hay ejemplo de que entiendan;
Ni hay uno solo que aprienda,
Al ver un bulto que cruza,
A saber si es avestruza,
O si es jinete, o hacienda.

Si salen a perseguir
Después de mucho aparato,
Tuitos se pelan al rato
Y va quedando el tendal:
Esto es como en un nidal
Echarle güevos a un gato.
VI  

Vamos dentrando recién
A la parte más sentida,
Aunque es todita mi vida
De males una cadena:
A cada alma dolorida
Le gusta cantar sus penas.

Se empezó en aquel entonces
A rejuntar caballada
Y riunir la milicada
Teniéndolá en el Cantón,
Para una despedición
A sorprender a la indiada.

Nos anunciaban que iríamos
Sin carretas ni bagajes
A golpiar a los salvajes
En sus mesmas tolderías;
Que a la güelta pagarían
Licenciándolo al gauchaje.

Que en esta despedición
Tuviéramos la esperanza,
Que iba a venir sin tardanza,
Sigún el jefe contó,
Un menistro o qué se yo
Que le llamaban Don Ganza.

Que iba a riunir el ejército
Y tuitos los batallones
Y que traiba unos cañones
Con más rayas que un cotín
¡Pucha!... las conversaciones
Por allá no tenían fin.

Pero esas trampas no enriedan
A los zorros de mi laya,
Que el menistro venga o vaya
Poco le importa a un matrero.
Yo también dejé las rayas...
En los libros del pulpero.

Nunca jui gaucho dormido,
Siempre pronto, siempre listo,
Yo soy un hombre, ¡qué Cristo!
Que nada me ha acobardao,
Y siempre salí parao
En los trances que me he visto.

Dende chiquito gané
La vida con mi trabajo,
Y aunque siempre estuve abajo
Y no sé lo que es subir,
También el mucho sufrir
Suele cansarnos ¡barajo!.

En medio de mi inorancia
Conozco que nada valgo:
Soy la liebre o soy el galgo
A sigún los tiempos andan;
Pero también los que mandan
Debieran cuidarnos algo.

Una noche que riunidos
Estaban en la carpeta
Empinando una limeta
El jefe y el juez de paz,
Yo no quise aguardar más,
Y me hice humo en un sotreta.

Para mí el campo son flores
Dende que libre me veo;
Donde me lleva el deseo
Allí mis pasos dirijo
Y hasta en las sombras, de fijo
Que adonde quiera rumbeo.

Entro y salgo del peligro
Sin que me espante el estrago;
No aflojo al primer amago
Ni jamás fi gaucho lerdo:
Soy pa rumbiar como el cerdo
Y pronto caí a mi pago.

Volvía al cabo de tres años
De tanto sufrir al ñudo,
Resertor, pobre y desnudo,
A procurar suerte nueva,
Y lo mesmo que el peludo
Enderesé pa mi cueva.

No hallé ni rastro del rancho;
¡Sólo estaba la tapera!
¡Por Cristo, si aquello era
Pa enlutar el corazón:
Yo juré en esa ocasión
Ser más malo que una fiera!

¡Quién no sentirá lo mesmo
Cuando ansí padece tanto!
Puedo asigurar que el llanto
Como una mujer largué.
¡Ay mi Dios, si me quedé
Más triste que Jueves Santo!.

Sólo se oiban los maullidos
De un gato que se salvó;
El pobre se guareció
Cerca, en una vizcachera;
Venía como si supiera
Que estaba de güelta yo.

Al dirme dejé la hacienda
Que era todito mi haber;
Pronto debíamos volver,
Según el Juez prometía,
Y hasta entonces cuidaría
De los bienes, la mujer.

Después me contó un vecino
Que el campo se lo pidieron,
La hacienda se la vendieron
Pa pagar arrendamientos,
Y qué sé yo cuántos cuentos;
Pero todo lo fundieron.

Los pobrecitos muchachos
Entre tantas afliciones
Se conchavaron de piones;
¡Mas qué iban a trabajar,
Si eran como los pichones
Sin acabar de emplumar!

Por ahi andarán sufriendo
De nuestra suerte el rigor:
Me han contado que el mayor
Nunca dejaba a su hermano;
Puede ser que algún cristiano
Los recoja por favor.

¡Y la pobre mi mujer
Dios sabe cuánto sufrió!
Me dicen que se voló
Con no sé qué gavilán,
Sin duda a buscar el pan
Que no podía darle yo.

No es raro que a uno le falte
Lo que algún otro le sobre;
Si no le quedó ni un cobre
Sinó de hijos un enjambre
¿Qué más iba a hacer la pobre
Para no morirse de hambre?

Tal vez no te vuelva a ver,
Prenda de mi corazón:
Dios te dé su proteción
Ya que no me la dió a mí,
Y a mis hijos dende aquí
Les echo mi bendición.

Como hijitos de la cuna
Andarán por ay sin madre.
Ya se quedaron sin padre
Y ansí la suerte los deja,
Sin naides que los proteja
Y sin perro que los ladre.

Los pobrecitos tal vez
No tengan ande abrigarse,
Ni ramada ande ganarse,
Ni un rincón ande meterse,
Ni camisa que ponerse
Ni poncho con qué taparse.

Tal vez los verán sufrir
Sin tenerles compasión;
Puede que alguna ocasión
Aunque los vean tiritando,
Los echen de algún jogón
Pa que no estén estorbando.

Y al verse ansina espantaos
Como se espanta a los perros,
Irán los hijos de Fierro
Con la cola entre las piernas,
A buscar almas más tiernas
O esconderse en algún cerro.

Mas también en este juego,
Voy a pedir mi bolada;
A naides le debo nada,
Ni pido cuartel ni dov,
Y ninguno dende hoy
Ha de llevarme en la armada.

Yo he sido manso primero,
Y seré gaucho matrero
En mi triste circunstancia,
Aunque es mi mal tan projundo;
Nací y me he criao en estancia,
Pero va conozco el mundo.

Ya le conozco sus mañas,
Le conozco sus cucañas,
Sé como hacen la partida,
La enriedan y la manejan:
Deshaceré la madeja
Aunque me cueste la vida.

Y aguante el que no se anime
A meterse en tanto engorro,
O si no aprétese el gorro
O para otra tierra emigre;
Pero yo ando como el tigre
Que le roban los cachorros.

Aunque muchos cren que el gaucho
Tiene una alma de rey uno
No se encontrará ninguno
Que no lo dueblen las penas;
Mas no debe aflojar uno
Mientras hay sangre en las venas.