viernes, 4 de mayo de 2012

LECT.3°AÑO.EL GAUCHO MARTÍN FIERRO.PRIMERA PARTE.CANTOS I,II,III,IV,V,VI

EL GAUCHO MARTÍN FIERRO 
(primera parte)
                                   De José Hernández

I

Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela
Que al hombre que lo desvela
Una pena estrordinaria,
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela.

Pido a los Santos del Cielo
Que ayuden mi pensamiento:
Les pido en este momento
Que voy a cantar mi historia
Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.

Vengan Santos milagrosos,
Vengan todos en mi ayuda,
Que la lengua se me añuda
Y se me turba la vista:
Pido a mi Dios que me asista
En una ocasión tan ruda.

Yo he visto muchos cantores
Con famas bien otenidas,
Y que después de alquiridas
No las quieren sustentar:
Parece que sin largar
Se cansaron en partidas.

Mas ande otro criollo pasa
Martín Fierro ha de pasar;
Nada lo hace recular
Ni las fantasmas lo espantan,
Y dende que todos cantan
Yo también quiero cantar.

Cantando me he de morir,
Cantando me han de enterrar,
Y cantando he de llegar
Al pié del Eterno Padre;
Dende el vientre de mi madre
Vine a este mundo a cantar.

Que no se trabe mi lengua
Ni me falte la palabra;
El cantar mi gloria labra
Y, porniéndome a cantar,
Cantando me han de encontrar
Aunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajo
A cantar un argumento;
Como si soplara un viento
Hago tiritar los pastos.
Con oros, copas y bastos
Juega allí mi pensamiento.

Yo no soy cantor letrao,
Mas si me pongo a cantar
No tengo cuando acabar
Y me envejezco cantando:
Las coplas me van brotando
Como agua de manantial.

Con la guitarra en la mano
Ni las moscas se me arriman;
Naides me pone el pié encima,
Y cuando el pecho se entona,
Hago gemir a la prima
Y llorar a la bordona.

Yo soy toro en mi rodeo
Y toraso en rodeo ageno;
Siempre me tuve por güeno
Y si me quieren probar
Salgan otros a cantar
Y veremos quien es menos.

No me hago al lao de la güeya
Aunque vengan degollando;
Con los blandos yo soy blando
Y soy duro con los duros,
Y ninguno en un apuro
Me ha visto andar tutubiando.

En el peligro ¡qué Cristo!
El corazón se me enancha
Pues toda la tierra es cancha,
Y de esto naides se asombre;
El que se tiene por hombre
Donde quiera hace pata ancha.

Soy gaucho, y entiéndanló
Como mi lengua lo esplica:
Para mí la tierra es chica
Y pudiera ser mayor:
Ni la víbora me pica
Ni quema mi frente el Sol.

Nací como nace el peje
En el fondo de la mar:
Naides me puede quitar
Aquello que Dios me dio:
Lo que al mundo truje yo
Del mundo lo he de llevar.

Mi gloria es vivir tan libre
Como el pájaro del Cielo;
No hago nido en este suelo
Ande hay tanto que sufrir,
Y naides me ha de seguir
Cuando yo remonto el vuelo.

Yo no tengo en el amor
Quien me venga con querellas;
Como esas aves tan bellas
Que saltan de rama en rama;
Yo hago en el trébol mi cama
Y me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos escuchan
De mis penas el relato,
Que nunca peleo ni mato
Sinó por necesidá;
Y que a tanta alversidá.
Sólo me arrojó el mal trato.

Y atiendan la relación
Que hace un gaucho perseguido,
Que padre y marido ha sido
Empeñoso y diligente,
Y sin embargo la gente
Lo tiene por un bandido.
II

Ninguno me hable de penas,
Porque yo penando vivo,
Y naide se muestre altivo
Aunque en el estribo esté
Que suele quedarse a
El gaucho más alvertido.

Junta esperencia en la vida
Hasta pa dar y prestar,
Quien la tiene que pasar
Entre sufrimiento y llanto;
Porque nada enseña tanto
Como el sufrir y el llorar.

Viene el hombre ciego al mundo,
Cuartiándoló la esperanza,
Y a poco andar ya lo alcanzan
Las desgracias a empujones;
¡La pucha que trae liciones
El tiempo con sus mudanzas!

Yo he conocido esta tierra
En que el paisano vivía
Y su ranchito tenía
Y sus hijos y mujer...
Era una delicia ver
Cómo pasaba sus días.

Entonces... cuando el lucero
Brillaba en el Cielo Santo,
Y los gallos con su canto
Nos decían que el día llegaba,
A la cocina rumbiaba
El gaucho... que era un encanto.

Y sentao junto al jogón
A esperar que venga el día,
Al cimarrón le prendía
Hasta ponerse rechoncho,
Mientras su china dormía
Tapadita con su poncho.

Y apenas la madrugada
Empezaba a coloriar,
Los pájaros a cantar
Y las gallinas a apiarse,
Era cosa de largarse
Cada cual a trabajar.

Este se ata las espuelas,
Se sale el otro cantando,
Uno busca un pellón blando,
Este un lazo, otro un rebenque,
Y los pingos relinchando
Los llaman dende el palenque.

El que era pion domador
Enderezaba al corral
Ande estaba el animal
Bufidos que se las pela...
Y más malo que su agüela
Se hacía astillas el bagual.

Y allí el gaucho inteligente;
En cuanto el potro enriendó,
Los cueros le acomodó
Y se le sentó en seguida,
Que el hombre muestra en la vida
La astucia que Dios le dio.

Y en las playas corcobiando
Pedazos se hacía el sotreta
Mientras él por las paletas
Le jugaba las lloronas
Y al ruido de las caronas
Salía haciéndose gambetas.

¡Ah tiempos!... Si era un orgullo
Ver ginetiar un paisano ­
Cuando era gaucho baquiano,
Aunque el potro se boliase
No había uno que no parase
Con el cabresto en la mano.

Y mientras domaban unos,
Otros al campo salían,
Y la hacienda recogían,
Las manadas repuntaban
Y ansí sin sentir pasaban
Entretenidos el día.

Y verlos al cair la noche
En la cocina riunidos,
Con el juego bien prendido
Y mil cosas que contar,
Platicar muy divertidos
Hasta después de cenar.

Y con el buche bien lleno
Era cosa superior
Irse en brazos del amor
A dormir como la gente,
Pa empezar al día siguiente
Las famas del día anterior.

Ricuerdo ¡Qué maravilla!
Cómo andaba la gauchada
Siempre alegre y bien montada
Y dispuesta pa el trabajo;
Pero hoy en el día... ¡barajo!
No se la ve de aporriada.

El gaucho más infeliz
Tenía tropilla de un pelo;
No le faltaba un consuelo
Y andaba la gente lista...
Tendiendo al campo la vista
Sólo vía hacienda y cielo.

Cuando llegaban las yerras,
¡Cosa que daba calor
Tanto gaucho pialador
Y tironiador sin yel!
¡Ah tiempo... pero si en él
Se ha visto tanto primor!.

Aquello no era trabajo,
Más bien era una junción,
Y después de un güen tirón
En que uno se daba maña,
Pa darle un trago de caña
Solía llamarlo el patrón.

Pues siempre la mamajuana
Vivía bajo la carreta,
Y aquel que no era chancleta
En cuanto el goyete vía,
Sin miedo se le prendía
Como güérfano a la teta.

¡Y qué jugadas se armaban
Cuando estábamos riunidos!
Siempre íbamos prevenidos,
Pues en tales ocasiones
A ayudarles a los piones
Caiban muchos comedidos.

Eran los días del apuro
Y alboroto pa el hembraje,
Pa preparar los potajes
Y osequiar bien a la gente,
Y ansí pues, muy grandemente
Pasaba siempre el gauchaje.

Venía la carne con cuero,
La sabrosa carbonada,
Mazamorra bien pisada,
Los pasteles y el güen vino...
Pero ha querido el destino
Que todo aquello acabara.

Estaba el gaucho en su pago
Con toda seguridá,
Pero aura... ¡barbaridá!
La cosa anda tan fruncida,
Que gasta el pobre la vida
En juir de la autoridá.

Pues si usté pisa en su rancho
Y si el Alcalde lo sabe
Lo caza lo mesmo que ave
Aunque su mujer aborte...
No hay tiempo que no se acabe
Ni tiento que no se corte.

Y al punto dése por muerto
Si el Alcalde lo bolea,
Pues ay no más se le apea
Con una felpa de palos.
Y después dicen que es malo
El gaucho si los pelea.

Y el lomo le hinchan a golpes,
Y le rompen la cabeza,
Y luego con ligereza,
Ansí lastimao y todo,
Lo amarran codo con codo
Y pa el cepo lo enderiezan.

Ahi comienzan sus desgracias,
Ahi principia el pericón;
Porque ya no hay salvación,
Y que usté quiera o no quiera
Lo mandan a la frontera
O lo echan a un batallón.

Ansí empezaron mis males
Lo mesmo que los de tantos;
Si gustan - en otros cantos
Les diré lo que he sufrido.
Después que uno está perdido
No lo salvan ni los santos.
III

Tuve en mi pago en un tiempo
Hijos, hacienda y mujer,
Pero empecé a padecer,
Me echaron a la frontera
¡Y qué iba hallar al volver!
Tan sólo hallé la tapera.

Sosegao vivía en mi rancho
Como el pájaro en su nido;
Allí mis hijos queridos
Iban creciendo a mi lao...
Sólo queda al desgraciao
Lamentar el bien perdido.

Mi gala en las pulperías
Era, cuando había más gente,
Ponerme medio caliente,
Pues cuando puntiao me encuentro
Me salen coplas de adentro
Como agua de la vertiente.

Cantando estaba una vez
En una gran diversión;
Y aprovechó la ocasión
Como quiso el Juez de Paz.
Se presentó, y ay no más
Hizo una arriada en montón.

Juyeron los más matreros
Y lograron escapar.
Yo no quise disparar,
Soy manso - y no había porqué:
Muy tranquilo me quedé
Y ansí me dejé agarrar.

Allí un gringo con un órgano
Y una mona que bailaba
Haciéndonos rair estaba
Cuando le tocó el arreo...
¡Tan grande el gringo y tan feo!
¡Lo viera cómo lloraba!

Hasta un Inglés sanjiador
Que decía en la última guerra
Que él era de Inca-la-perra
Y que no quería servir,
Tuvo también que juir
A guarecerse en la Sierra.

Ni los mirones salvaron
De esa arriada de mi flor,
Pué acoliarao el cantor
Con el gringo de la mona;
A uno solo, por favor,
Logró salvar la patrona.

Formaron un contingente
Con los que del baile arriaron;
Con otros nos mesturaron
Que habían agarrao también:
Las cosas que aquí se ven
Ni los diablos las pensaron.

A mí el Juez me tomó entre ojos
En la última votación:
Me le había hecho el remolón
Y no me arrimé ese día,
Y él dijo que yo servia
A los de la esposición.

Y ansí sufrí ese castigo
Tal vez por culpas ajenas:
Que sean malas o sean güenas
Las listas, siempre me escondo:
Yo soy un gaucho redondo
Y esas cosas no me enllenan.

Al mandarnos nos hicieron
Más promesas que a un altar.
El Juez nos jué a proclamar
Y nos dijo muchas veces:
"Muchachos, a los seis meses
Los van a ir a revelar".

Yo llevé un moro de número.
¡Sobresaliente el matucho!
Con él gané en Ayacucho
Más plata que agua bendita:
Siempre el gaucho necesita
Un pingo pa fiarle un pucho.

Y cargué sin dar más güeltas
Con las prendas que tenía:
Jergas, poncho, cuanto había
En casa, tuito lo alcé;
A mi china la dejé
Media desnuda ese día.

No me faltaba una guasca;
Esa ocasión eché el resto:
Bozal, maniador, cabresto,
Lazo, bolas y manea...
¡El que hoy tan pobre me vea
Tal vez no crerá todo esto!

Ansí en mi moro escarciando,
Enderesé a la frontera.
¡Aparcero, si usté viera
Lo que se llama Cantón...!
Ni envidia tengo al ratón
En aquella ratonera.

De los pobres que allí había
A ninguno lo largaron;
Los más viejos rezongaron,
Pero a uno que se quejó
En seguida lo estaquiaron
Y la cosa se acabó.

En la lista de la tarde
El Gefe nos cantó el punto
Diciendo "quinientos juntos
Llevará el que se resierte;
Lo haremos pitar del juerte;
Más bien dése por dijunto".

A naides le dieron armas,
Pues toditas las que había
El Coronel las tenía,
Según dijo esa ocasión,
Pa repartirlas el día
En que hubiera una invasión.

Al principio nos dejaron
De haraganes criando sebo,
Pero después... no me atrevo
A decir lo que pasaba.
¡Barajo!... si nos trataban
Como se trata a malevos.

Porque todo era jugarle
Por los lomos con la espada,
Y aunque usté no hiciera nada,
Lo mesmito que en Palermo,
Le daban cada cepiada
Que lo dejaban enfermo.

¡Y qué Indios ni qué servicio,
Si allí no había ni Cuartel!
Nos mandaba el Coronel
A trabajar en sus chacras,
Y dejábamos las vacas
Que las llevará el infiel.

Yo primero sembré trigo
Y después hice un corral,
Corté adobe pa un tapial,
Hice un quincho, corté paja...
¡La pucha que se trabaja
Sin que le larguen ni un rial!

Y es lo pior de aquel enriedo
Que si uno anda hinchando el lomo
Ya se le apean como plomo...
¡Quién aguanta aquel infierno!
Si eso es servir al Gobierno,
A mí no me gusta el cómo.

Más de un año nos tuvieron
En esos trabajos duros,
Y los indios, le asiguro,
Dentraban cuando querían:
Como no los perseguían
Siempre andaban sin apuro.

A veces decía al volver
Del campo la descubierta
Que estuviéramos alerta,
Que andaba adentro la indiada;
Porque había una rastrillada
O estaba una yegua muerta.

Recién entonces salía
La orden de hacer la riunión
Y cáibamos al cantón
En pelos y hasta enancaos,
Sin armas, cuatro pelaos
Que íbamos a hacer jabón.

Ahi empezaba el afán,
Se entiende de puro vicio,
De enseñarle el ejercicio
A tanto gaucho recluta,
Con un estrutor ¡que... bruta!
Que nunca sabía su oficio.

Daban entonces las armas
Pa defender los cantones,
Que eran lanzas y latones
Con ataduras de tiento...
Las de juego no las cuento,
Porque no había municiones.

Y chamuscao un sargento
Me contó que las tenían,
Pero que ellos las vendían
Para cazar avestruces;
Y ansi andaban noche y día
Déle bala a los ñanduces.

Y cuando se iban los indios
Con lo que habían manotiao,
Salíamos muy apuraos
A perseguirlos de atrás;
Si no se llevaban más
Es porque no habían hallao.

Allí sí se ven desgracias
Y lágrimas, y afliciones,
Naides le pida perdones
Al indio, pues donde dentra
Roba v mata cuanto encuentra
Y quema las poblaciones.

No salvan de su juror
Ni los pobres angelitos:
Viejos, mozos y chiquitos
Los mata del mesmo modo;
Que el Indio lo arregla todo
Con la lanza y con los gritos.

Tiemblan las carnes al verlo
Volando al viento la cerda,
La rienda en la mano izquierda
Y la lanza en la derecha;
Ande enderiesa abre brecha,
Pues no hay lanzaso que pierda.

Hace trotiadas tremendas
Dende el fondo del desierto;
Ansí llega medio muerto
De hambre, de sé y de fatiga;
Pero el Indio es una hormiga
Que día y noche está dispierto.

Sabe manejar las bolas
Como naides las maneja;
Cuanto el contrario se aleja
Manda una bola perdida,
Y si lo alcanza, sin vida
Es siguro que lo deja.

Y el indio es como tortuga
De duro para espichar;
Si lo llega a destripar
Ni siquiera se le encoge;
Luego sus tripas recoge,
Y se agacha a disparar.

Hacían el robo a su gusto,
Y después se iban de arriba,
Se llevaban las cautivas,
Y nos contaban que a veces
Les descarnaban los pieses,
A las pobrecitas, vivas.

¡Ah, si partía el corazón
Ver tantos males, canejo!
Los perseguíamos de lejos
Sin poder ni galopiar.
¡Y qué habíamos de alcanzar
En unos bichocos viejos!

Nos volvíamos al cantón
A las dos o tres jornadas
Sembrando las caballadas;
Y pa que alguno la venda,
Rejuntábamos la hacienda
Que habían dejao rezagada.

Una vez entre otras muchas,
Tanto salir al botón.
Nos pegaron un malón
Los Indios, y una lanciada,
Que la gente acobardada
Quedó dende esa ocasión.


Habían estao escondidos
Aguaitando atrás de un cerro.
¡Lo viera a su amigo Fierro
Aflojar como un blandito!
Salieron como maíz frito
En cuanto sonó un cencerro.

Al punto nos dispusimos
Aunque ellos eran bastantes;
La formamos al istante
Nuestra gente que era poca;
Y golpiándose en la boca
Hicieron fila adelante.

Se vinieron en tropel
Haciendo temblar la tierra.
No soy manco pa la guerra
Pero tuve mi jabón,
Pues iba en un redomón
Que había boliao en la sierra.

¡Qué vocerío, qué barullo,
Qué apurar esa carrera!
La indiada todita entera
Dando alaridos cargó.
¡Jue pucha! y ya nos saco
Como yeguada matrera.

¡Qué fletes traiban los bárbaros,
Como una luz de ligeros!
Hicieron el entrevero
Y en aquella mezcolanza
Este quiero, este no quiero,
Nos escogían con la lanza.

Al que le dan un chuzaso
Dificultoso es que sane:
En fin, para no echar panes,
Salimos para esas lomas
Lo mesmo que las palomas
Al juir de los gavilanes.

Es de almirar la destreza
Con que la lanza manejan,
De perseguir nunca dejan
Y nos traiban apretaos,
¡Si queríamos de apuraos
Salirnos por las orejas!

Y pa mejor de la fiesta
En esa aflición tan suma,
Vino un Indio echando espuma
Y con la lanza en la mano
Gritando "Acabau cristiano,
Metau el lanza hasta el pluma".

Tendido en el costillar,
Cimbrando por sobre el brazo
Una lanza como un lazo,
Me atropelló dando gritos:
Si me descuido... el maldito
Me levanta de un lanzaso.

Si me atribulo o me encojo,
Siguro que no me escapo,
Siempre he sido medio guapo
Pero en aquella ocasión
Me hacía buya el corazón
Como la garganta al sapo.

Dios le perdone al salvaje
Las ganas que me tenía...
Desaté las tres marías
Y lo engatusé a cabriolas.
Pucha!... si no traigo bolas
Me achura el indio ese día.

Era el hijo de un cacique
Sigún yo lo averigüé;
La verdá del caso jué
Que me tuvo apuradazo,
Hasta que al fin de un bolazo
Del caballo lo bajé.

Ahi no más me tiré al suelo
Y lo pisé en las paletas;
Empezó a hacer morisquetas
Y a mezquinar la garganta...
Pero yo hice la obra santa
De hacerlo estirar la jeta.

Allí quedó de mojón
Y en su caballo salté;
De la indiada disparé,
Pues si me alcanza me mata,
Y al fin me les escapé
Con el hilo en una pata.
 IV  

Seguiré esta relación
Aunque pa chorizo es largo:
El que pueda hágase cargo
Cómo andaría de matrero,
Después de salvar el cuero
De aquel trance tan amargo.

Del sueldo nada les cuento,
Porque andaba disparando;
Nosotros, de cuando en cuando,
Solíamos ladrar de pobres:
Nunca llegaban los cobres
Que se estaban aguardando.

Y andábamos de mugrientos
Que el mirarnos daba horror;
Les juro que era un dolor
Ver esos hombres, ¡por Cristo!
En mi perra vida he visto
Una miseria mayor.

Yo no tenía ni camisa
Ni cosa que se parezca;
Mis trapos sólo pa yesca
Me podían servir al fin...
No hay plaga como un fortín
Para que el hombre padezca.

Poncho, jergas, el apero,
Las prenditas, los botones,
Todo, amigo, en los cantones
Jue quedando poco a poco;
Ya me tenían medio loco
La pobreza y los ratones.

Sólo una manta peluda
Era cuanto me quedaba;
La había agenciao a la taba
Y ella me tapaba el bulto;
Yaguané que allí ganaba
No salía... ni con indulto.

Y pa mejor hasta el moro
Se me jue de entre las manos;
No soy lerdo... pero, hermano,
Vino el Comendante un día
Diciendo que lo quería
Pa ensenarle a comer grano.

Afigúrese cualquiera
La suerte de este su amigo,
A pié y mostrando el umbligo,
Estropiao, pobre y desnudo.
Ni por castigo se pudo
Hacerse más mal conmigo.

Ansí pasaron los meses,
Y vino el año siguiente,
Y las cosas igualmente
Siguieron del mesmo modo;
Adrede parece todo
Para aburrir a la gente.

No teníamos más permiso,
Ni otro alivio la gauchada,
Que salir de madrugada,
Cuando no había indio ninguno,
Campo ajuera, a hacer boliadas,
Desocando los reyunos.

Y cáibamos al cantón
Con los fletes aplastaos,
Pero a veces medio aviaos
Con plumas y algunos cueros
Que ay no mas con el pulpero
Los teníamos negociaos.

Era un amigo del jefe
Que con un boliche estaba;
Yerba y tabaco nos daba
Por la pluma de avestruz,
Y hasta le hacía ver la luz
Al que un cuero le llevaba.

Sólo tenía cuatro frascos
Y unas barricas vacías,
Y a la gente le vendía
Todo cuanto precisaba:
A veces creiba que estaba
Allí la proveduría.

¡Ah pulpero habilidoso!
Nada le solía faltar
¡Ay juna! y para tragar
Tenía un buche de ñandú.
La gente le dió en llamar
El boliche de virtúacute;.

Aunque es justo que quien vende
Algún poquitito muerda,
Tiraba tanto la cuerda
Que con sus cuatro limetas
El cargaba las carretas
De plumas, cueros y cerda.

Nos tenía apuntaos a todos
Con más cuentas que un rosario,
Cuando se anunció un salario
Que iban a dar, o un socorro;
Pero sabe Dios qué zorro
Se lo comió al Comisario.

Pues nunca lo vi llegar
Y, al cabo de muchos días,
En la mesma pulpería
Dieron una buena cuenta
Que la gente muy contenta
De tan pobre recebía.

Sacaron unos sus prendas
Que las tenían empeñadas.
Por sus deudas atrasadas
Dieron otros el dinero;
Al fin de fiesta el pulpero
Se quedó con la mascada.

Yo me arrecosté a un horcón
Dando tiempo a que pagaran,
Y poniendo güena cara
Estuve haciéndome el poyo,
A esperar que me llamaran
Para recibir mi boyo.

Pero ahi me pude quedar
Pegao pa siempre al horcón:
Ya era casi la oración
Y ninguno me llamaba;

Y me dentró comezón.

Pa sacarme el entripao
Ví al Mayor, y lo fi a hablar
Yo me le empecé a atracar
Y, como con poca gana,
Le dije: "Tal vez mañana
Acabarán de pagar.

-Qué mañana ni otro día.
Al punto me contestó,
La paga ya se acabó,
Siempre has de ser animal.
Me rai y le dije: Yo...
No he recebido ni un rial.

Se le pusieron los ojos
Que se le querían salir,
Y ahi no más volvió a decir
Comiéndomé con la vista:
-Y qué querés recebir
Si no has dentrao en la lista.

-Esto sí que es amolar",
Dije yo pa mis adentros,
Van dos años que me encuentro
Y hasta aura he visto ni un grullo;
Dentro en todos los barullos
Pero en las listas no dentro.

Vide el pleito mal parao
Y no quise aguardar más...
Es güeno vivir en paz
Con quien nos ha de mandar,
Y reculando pa trás
Me le empecé a retirar.

Supo todo el comendante
Y me llamó al otro día,
Diciéndome que quería
Aviriguar bien las cosas...
Que no era el tiempo de Rosas,
Que aura a naides se debía.

Llamó al cabo y al sargento
Y empezó la indagación:
Si había venido al cantón
En tal tiempo o en tal otro...
Y si había venido en potro,
En reyuno o redomón.

Y todo era alborotar
Al ñudo, y hacer papel:
Conocí que era pastel
Pa engordar con mi guayaca;
Mas si voy al coronel
Me hacen bramar en la estaca.

¡Ah hijos de una!... ¡La codicia
Ojalá les ruempa el saco!
Ni un pedazo de tabaco
Le dan al pobre soldao,
Y lo tienen, de delgao,
Más ligero que un guanaco.

Pero qué iba a hacerles yo,
Charabón en el desierto;
Más bien me daba por muerto
Pa no verme más fundido
Y me les hacía el dormido
V

Ya andaba desesperao,
Aguardando una ocasión
Que los indios un malón
Nos dieran y entre el estrago
Hacérmeles cimarrón
Y volverme pa mi pago.

Aquello no era servicio
Ni defender la frontera:
Aquello era ratonera
En que sólo gana el fuerte
Era jugar a la suerte
Con una taba culera.

Allí tuito va al revés:
Los milicos se hacen piones,
Y andan en las poblaciones
Emprestaos pa trabajar;
Los rejuntan pa peliar
Cuando entran indios ladrones.

Yo he visto en esa milonga
Muchos jefes con estancia,
Y piones en abundancia,
Y majadas y rodeos;
He visto negocios feos
A pesar de mi inorancia.

Y colijo que no quieren
La barunda componer;
Para eso no ha de tener
El jefe, que esté de estable,
Más que su poncho y su sable,
Su caballo y su deber.

Ansina, pues, conociendo
Que aquel mal no tiene cura,
Que tal vez mi sepultura
Si me quedo iba a encontrar,
Pensé en mandarme mudar
Como cosa más sigura.

Y pa mejor, una noche
¡Qué estaquiada me pegaron!
Casi me descoyuntaron
Por motivo de una gresca
Aijuna, si me estiraron
Lo mesmo que guasca fresca.

Jamás me puedo olvidar
Lo que esa vez me paso:
Dentrando una noche yo
Al fortín, un enganchao,
Que estaba medio mamao,
Allí me desconoció.

Era un gringo tan bozal,
Que nada se le entendía.
¡Quién sabe de ande sería!
Tal vez no juera cristiano,
Pues lo único que decía
Es que era pa-po-litano.

Estaba de centinela
Y, por causa del peludo,
Verme más claro no pudo
Y esa fué la culpa toda.
El bruto se asustó al ñudo
Y fi el pavo de la boda.

Cuando me vido acercar:
¿Quén vívore?, preguntó;
Qué vivoras", dije yo;
¡Ha garto!", me pegó el grito.
Y yo dije despacito:
Más lagarto seras vos.

Ahi no más ¡Cristo me valga!
Rastrillar el jusil siento;
Me agaché, y en el momento
El bruto me largó un chumbo,
Mamao, me tiró sin rumbo
Que si no, no cuento el cuento.

Por de contao, con el tiro
Se alborotó el avispero;
Los Oficiales salieron
Y se empezó la junción:
Quedó en su puesto el nación
Y yo fi al estaquiadero.

Entre cuatro bayonetas
Me tendieron en el suelo.
Vino el Mayor medio en pedo
Y allí se puso a gritar:
Pícaro, te he de enseñar
A andar reclamando sueldos.

De las manos y las patas
Me ataron cuatro cinchones:
Les aguanté los tirones
Sin que ni un ¡ay! se me oyera
Y al gringo la noche entera
Lo harté con mis maldiciones.

Yo no sé por qué el gobierno
Nos manda aquí a la frontera
Gringada que ni siquiera
Se sabe atracar a un pingo.
¡Si crerá al mandar un gringo
Que nos manda alguna fiera!

No hacen más que dar trabajo
Pues no saben ni ensillar,
No sirven ni pa carniar,
Y yo he visto muchas veces
Que ni voltiadas las reses
Se les querían arrimar.

Y lo pasan sus mercedes
Lengüetiando pico a pico
Hasta que viene un milico
A servirles el asao...
Y eso sí, en lo delicaos
Parecen hijos de rico.

Si hay calor, ya no son gente,
Si yela, todos tiritan;
Si usté no les da, no pitan
Por no gastar en tabaco,
Y cuando pescan un naco
Unos a otros se lo quitan.

Cuando llueve se acoquinan
Como perro que oye truenos.
¡Qué diablos! sólo son güenos
Pa vivir entre maricas,
Y nunca se andan con chicas
Para alzar ponchos ajenos.

Pa vichar son como ciegos,
No hay ejemplo de que entiendan;
Ni hay uno solo que aprienda,
Al ver un bulto que cruza,
A saber si es avestruza,
O si es jinete, o hacienda.

Si salen a perseguir
Después de mucho aparato,
Tuitos se pelan al rato
Y va quedando el tendal:
Esto es como en un nidal
Echarle güevos a un gato.
VI  

Vamos dentrando recién
A la parte más sentida,
Aunque es todita mi vida
De males una cadena:
A cada alma dolorida
Le gusta cantar sus penas.

Se empezó en aquel entonces
A rejuntar caballada
Y riunir la milicada
Teniéndolá en el Cantón,
Para una despedición
A sorprender a la indiada.

Nos anunciaban que iríamos
Sin carretas ni bagajes
A golpiar a los salvajes
En sus mesmas tolderías;
Que a la güelta pagarían
Licenciándolo al gauchaje.

Que en esta despedición
Tuviéramos la esperanza,
Que iba a venir sin tardanza,
Sigún el jefe contó,
Un menistro o qué se yo
Que le llamaban Don Ganza.

Que iba a riunir el ejército
Y tuitos los batallones
Y que traiba unos cañones
Con más rayas que un cotín
¡Pucha!... las conversaciones
Por allá no tenían fin.

Pero esas trampas no enriedan
A los zorros de mi laya,
Que el menistro venga o vaya
Poco le importa a un matrero.
Yo también dejé las rayas...
En los libros del pulpero.

Nunca jui gaucho dormido,
Siempre pronto, siempre listo,
Yo soy un hombre, ¡qué Cristo!
Que nada me ha acobardao,
Y siempre salí parao
En los trances que me he visto.

Dende chiquito gané
La vida con mi trabajo,
Y aunque siempre estuve abajo
Y no sé lo que es subir,
También el mucho sufrir
Suele cansarnos ¡barajo!.

En medio de mi inorancia
Conozco que nada valgo:
Soy la liebre o soy el galgo
A sigún los tiempos andan;
Pero también los que mandan
Debieran cuidarnos algo.

Una noche que riunidos
Estaban en la carpeta
Empinando una limeta
El jefe y el juez de paz,
Yo no quise aguardar más,
Y me hice humo en un sotreta.

Para mí el campo son flores
Dende que libre me veo;
Donde me lleva el deseo
Allí mis pasos dirijo
Y hasta en las sombras, de fijo
Que adonde quiera rumbeo.

Entro y salgo del peligro
Sin que me espante el estrago;
No aflojo al primer amago
Ni jamás fi gaucho lerdo:
Soy pa rumbiar como el cerdo
Y pronto caí a mi pago.

Volvía al cabo de tres años
De tanto sufrir al ñudo,
Resertor, pobre y desnudo,
A procurar suerte nueva,
Y lo mesmo que el peludo
Enderesé pa mi cueva.

No hallé ni rastro del rancho;
¡Sólo estaba la tapera!
¡Por Cristo, si aquello era
Pa enlutar el corazón:
Yo juré en esa ocasión
Ser más malo que una fiera!

¡Quién no sentirá lo mesmo
Cuando ansí padece tanto!
Puedo asigurar que el llanto
Como una mujer largué.
¡Ay mi Dios, si me quedé
Más triste que Jueves Santo!.

Sólo se oiban los maullidos
De un gato que se salvó;
El pobre se guareció
Cerca, en una vizcachera;
Venía como si supiera
Que estaba de güelta yo.

Al dirme dejé la hacienda
Que era todito mi haber;
Pronto debíamos volver,
Según el Juez prometía,
Y hasta entonces cuidaría
De los bienes, la mujer.

Después me contó un vecino
Que el campo se lo pidieron,
La hacienda se la vendieron
Pa pagar arrendamientos,
Y qué sé yo cuántos cuentos;
Pero todo lo fundieron.

Los pobrecitos muchachos
Entre tantas afliciones
Se conchavaron de piones;
¡Mas qué iban a trabajar,
Si eran como los pichones
Sin acabar de emplumar!

Por ahi andarán sufriendo
De nuestra suerte el rigor:
Me han contado que el mayor
Nunca dejaba a su hermano;
Puede ser que algún cristiano
Los recoja por favor.

¡Y la pobre mi mujer
Dios sabe cuánto sufrió!
Me dicen que se voló
Con no sé qué gavilán,
Sin duda a buscar el pan
Que no podía darle yo.

No es raro que a uno le falte
Lo que algún otro le sobre;
Si no le quedó ni un cobre
Sinó de hijos un enjambre
¿Qué más iba a hacer la pobre
Para no morirse de hambre?

Tal vez no te vuelva a ver,
Prenda de mi corazón:
Dios te dé su proteción
Ya que no me la dió a mí,
Y a mis hijos dende aquí
Les echo mi bendición.

Como hijitos de la cuna
Andarán por ay sin madre.
Ya se quedaron sin padre
Y ansí la suerte los deja,
Sin naides que los proteja
Y sin perro que los ladre.

Los pobrecitos tal vez
No tengan ande abrigarse,
Ni ramada ande ganarse,
Ni un rincón ande meterse,
Ni camisa que ponerse
Ni poncho con qué taparse.

Tal vez los verán sufrir
Sin tenerles compasión;
Puede que alguna ocasión
Aunque los vean tiritando,
Los echen de algún jogón
Pa que no estén estorbando.

Y al verse ansina espantaos
Como se espanta a los perros,
Irán los hijos de Fierro
Con la cola entre las piernas,
A buscar almas más tiernas
O esconderse en algún cerro.

Mas también en este juego,
Voy a pedir mi bolada;
A naides le debo nada,
Ni pido cuartel ni dov,
Y ninguno dende hoy
Ha de llevarme en la armada.

Yo he sido manso primero,
Y seré gaucho matrero
En mi triste circunstancia,
Aunque es mi mal tan projundo;
Nací y me he criao en estancia,
Pero va conozco el mundo.

Ya le conozco sus mañas,
Le conozco sus cucañas,
Sé como hacen la partida,
La enriedan y la manejan:
Deshaceré la madeja
Aunque me cueste la vida.

Y aguante el que no se anime
A meterse en tanto engorro,
O si no aprétese el gorro
O para otra tierra emigre;
Pero yo ando como el tigre
Que le roban los cachorros.

Aunque muchos cren que el gaucho
Tiene una alma de rey uno
No se encontrará ninguno
Que no lo dueblen las penas;
Mas no debe aflojar uno
Mientras hay sangre en las venas.

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